La astrología constituyó una pieza clave en el modelo científico medieval; las enseñanzas de Aristóteles y Ptolomeo fueron la base sobre la que se elaboró desde el siglo IX la astrología islámica y, a partir del siglo XII, la cristiana.
El arraigo de la astrología científica greco-árabe en el Occidente cristiano condujo también a su progresiva institucionalización administrativa y judicial, llegando a quedar regulada en algunos códigos legales, como El libro de las Leyes. También conocido bajo el nombre de Las Siete Partidas o Partidas, redactado por Alfonso X hacia 1265.
En la «Partida VII», en el título que trata «De los agoreros, et de los sorteros, et de los otros adevinos, et de los hechiceros et de los truhanes», tras definir la adivinación como el intento humano de suplantar a Dios, único conocedor de «las cosas que son por venir», se establece una distinción entre las predicciones de «charlatanes, brujos y adivinos», que se condenan, y entre las predicciones astrales, que se permiten por estar basadas en la astronomía, una de las «siete artes liberales».
La astrología, junto con la medicina, fue uno de los oficios en los que los judíos hispano-medievales sobresalieron; su conocimiento de las fuentes árabes, así como su capacidad como observadores celestes y constructores de instrumentos, los convirtieron en codiciados especialistas de las predicciones judiciarias en
toda Europa.
Sin embargo, desde un punto de vista religioso, llama la atención el hecho de que las tres religiones monoteístas del momento –que coinciden en que el futuro sólo Dios lo conoce– permitieran la predicción de acontecimientos mediante la observación astral.
EL LIBRO DEL MUNDO DE ABRAHAM IBN EZRA Y LA ASTROLOGÍA JUDÍA EN LA EUROPA MEDIEVAL
BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE HISTORIA

Síguenos en Facebook

Astromaga